No a la privatización de la educación
La educación es una poderosa herramienta contra la desigualdad, pero millones de niñas no pueden permitirse ir a la escuela. Exijamos una educación gratuita para todo el mundo.
En los últimos 20 años se han hecho progresos notables en materia de educación. En Etiopía, por ejemplo, se han escolarizado a 15 millones de niñas y niños más en tan solo 10 años. En todo el mundo, millones de niños y sobre todo niñas van ahora a la escuela.
Pero la peligrosa tendencia de privatizar la educación en nombre de la eficiencia está poniendo en peligro los logros alcanzados y aumentando la desigualdad. Een los países en desarrollo, un niño o niña de una familia pobre sigue teniendo siete veces menos probabilidades de terminar la escuela secundaria que uno de una familia rica.
El poder de la educación pública no se limita a garantizar que cada niña y niño pueda ir a la escuela independientemente de su género, capacidades o de la situación financiera de su familia. También permite luchar contra la desigualdad. Una buena educación tiene un efecto igualador, ya que brinda oportunidades a niñas y niños que de otra manera no las tendrían y, por lo tanto, tiene el poder de transformar familias y la sociedad en su conjunto.
Pero cuando se destina dinero público a empresas educativas con ánimo de lucro, los datos demuestran que el acceso y la calidad de la educación se ven comprometidos. Cuando se cobran tasas a las familias que no pueden permitírselas y se reducen costes pagando salarios de miseria al profesorado, la desigualdad se ve exacerbada, lo que perjudica al conjunto de la sociedad.
Al firmar esta carta, pides a los países ricos y a organismos como el Banco Mundial que inviertan la ayuda al desarrollo en la educación pública y que dejen de financiar la educación privada que excluye a las niñas y niños más pobres.